viernes, 13 de febrero de 2009

Algo de un Ciclo

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Hace días me entretuve pensando en qué de mí se lleva la mierda y qué deja atrás, nutrientes y todo eso, pero me refiero a los ciclos de mi organismo en relación con mi identidad o con lo que confío que en mi se mantiene con el tiempo. Debo haber escuchado en una película estúpida el dato de que las células del cuerpo cambian cada siete años en su totalidad. Pensar en que los ciclos no se reinician, a sí mismos, se entrecruzan, infestándose mutuamente, traspasándose algo inútil que desde un comienzo se intenta eliminar. Localizar y clasificar, eliminar lo incontrolable, la basura de mi persona, olvidar lo no conocido ni administrado.

Y por ejemplo los recuerdos, que repulso, a veces, pues me despersonalizan con su arbitrariedad. Quedan ahí, intrusos, lo que el fluido no acarreó, con los sueños y los metabolismos. Entrar al terreno de los recuerdos, una niebla que trasluce mentiras, además, quisiera no esperar nada. Que lombrices se arrastran una detrás de otra y detrás de otra alcanzándose la cola con la cabeza para ensalivarse e imágenes como esa. Cosa que ahora sugiere arrepentimiento, siempre jurar lo arrepentido. No disfruto de las imágenes mentales, ni de los recuerdos, un poco más de las anécdotas. Querer contarlas, explicitando su insignificancia.





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