miércoles, 11 de febrero de 2009

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La marca clara que queda en algunos sectores del cuerpo después de hacer contacto, como las palmas de las manos, de los pies. Tratado de acordarme a que me recordaba, si a circulación o a cadaver, a reacción o a descomposición. Aunque sepa que el suceso se debe a lo primero, a la viva piel estimulada, quisiera localizar un sector de mi cuerpo que esté muerto. Que lo acarree, todavía, ni pelo ni piel desprendida o uñas colgando. Pedazo de muerte mío, olvidaré esas pretensiones.

Eliminado el olor a polillas, en mi habitación, echar de menos a una araña de rincón. Vi una en la universidad, en la mañana, al levantar una tabla en el pasillo hacia el baño de funcionarios mujeres. La miré, solté la tabla y pisándola, la reventé a través de ella, la tabla. Todas esas superficies acostadas, afectadas por los rastros del clima y el uso, qué honor albergar a una araña, pero en el cuerpo, o mejor no en el cuerpo.

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